Mi inmortal

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Estoy tan cansada de estar aquí
Reprimida por todos mi miedos infantiles
Y si te tienes que ir
Desearía que solo te fueras
Porque tú presencia todavía perdura aquí
Y no me dejará sola

Estas heridas no parecerán sanar
Este dolor es simplemente demasiado real
Hay demasiado que el tiempo no puede borrar

Cuando tú llorabas yo secaba tus lágrimas
Cuando gritabas yo luchaba contra todos tus miedos
Y tomé tu mano a través de todos estos años
Pero tú tienes todavía todo de mí

Tú solías fascinarme
Por tu luz resonante
Ahora estoy limitada por la vida que dejaste atrás
Tu rostro ronda por mi alguna vez agradable sueño
Tu voz ahuyentó toda la cordura en mí

Estas heridas no parecerán sanar
Este dolor es simplemente demasiado real
Hay demasiado que el tiempo no puede borrar

Cuando tú llorabas yo secaba tus lágrimas
Cuando gritabas yo luchaba contra todos tus miedos
Y tomé tu mano a través de todos estos años
Pero tú tienes todavía todo de mí

He intentado tan duro decirme a mi misma te has ido
Y aunque todavía estás conmigo
He estado sola todo desde el principio

Cuando tú llorabas yo secaba tus lágrimas
Cuando gritabas yo luchaba contra todos tus miedos
Tomé tu mano a través de todos estos años
Pero tú tienes todavía todo de mí.

El héroe que marco mi infancia

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1994 se suponía que sería un gran año para él, después de manejar durante tres años un auto con deficiencias en el diseño del chasis y un motor desprovisto de potencia, el gran Ayrton Senna llegaba a Williams-Renault (en ese tiempo la mejor escudería de la formula 1), al fin podíamos ver al mejor piloto en el mejor auto, al fin el sueño de todos sus hinchas se hacía realidad.

La pasión de mi vida es la formula 1, cuando niño el levantarme cada domingo a las 07:00 de la mañana no era un sacrificio, era entrar al paraíso por 2 horas. Desde el día en que nací veía estas competencias con mi padre, tanto que a la edad de 5 años ya era un experto en cuanto a nombre de pilotos y de escuderías. En este mundo dominado por europeos apareció un joven brasileño llamado Ayrton Senna, lo admiraba porque era el más rápido, lo admiraba porque podía adelantar como nadie, lo admiraba porque cuando conducía en lluvia era ver a Dios.


Junto a él aprendí que significan los nervios, cuando esperaba que completara la última vuelta del gran premio de Japón, que lo consagro con su primer campeonato del mundo, aprendí el significado de la injusticia, cuando su gran rival Alen Prost lo chocaba para así asegurar el campeonato de 1989, aprendí lo que es una venganza cuando al año siguiente Senna le retornaba el favor a Prost, pero por sobre todo aprendí que significa ser un gran hombre cuando en un entrenamiento se detuvo a socorrer a un compañero.



En 1991 a pesar de tener un auto inferior logra ganar su tercer campeonato del mundo, pero en los siguientes dos años es incapaz de competir contra Prost y su Renault, hasta que en 1994 Renault le contrata, al fin Senna tendría un auto hecho para ganar.


Todo el mundo esperaba que ese año arrasara de comienzo a fin, pero Renault había perdido el secreto de su éxito, la suspensión automática que tanto triunfos le dio en el pasado fue prohibida, así que Senna tenía ante si un auto absolutamente inestable y lento, en sus primeras dos carrera fue claramente superado por un joven talento llamado Michael Schumacher, no me imagino la presión que debió soportar, se esperaba tanto de él que cada derrota era una catástrofe.


El 1 de mayo de 1994 me levanté temprano y encendí el televisor de mi pieza, ese día se disputaba el gran premio de San Marino en el circuito de Imola, yo creía ciegamente que esta sería su primera victoria, Ayrton comenzaba en el primer lugar hasta que en la vuelta siete impacta fuertemente con los muros de contención, de la decepción del choque pase a la angustia, al ver que no se movía de su auto, pero jamás se me cruzo por la mente que él iba a morir, toda la mañana escuché los reportes que hablaban de la gravedad de sus heridas, pero aún así nunca creí que él podría morir. Hasta que uno de lo reportes confirmaba que él tenía muerte cerebral, aún recuerdo cuando le pregunte a mi mamá que significaba eso, ella me dijo: “él no sobrevivirá”, a lo que yo respondí con la inocencia de un niño de diez años: “él no puede morir, él es Ayrton Senna”, minutos después se confirmaba su muerte.



Nunca antes en mi vida había sentido esa clase de dolor, era un dolor asfixiante y agudo, recuerdo que lloré sin cesar toda la mañana, incluso hasta el día de hoy el recuerdo de ese día me hace derramar lágrimas. Yo sufría sólo, nadie en mi casa podía entender mi dolor, me sentía huérfano, sentí como parte de mí se moría, estoy convencido que sólo la muerte de mis padres volverá a provocar lo que viví ese día. Mis domingos nunca volvieron a ser los mismos, nunca volví a sentir la misma pasión por la formula 1 y nunca más volví a tener un héroe que tocará la fibras más intimas de mi ser.